¡Hola! Hoy empezamos nuestro viaje hacia el maravilloso e importante universo de la Juventud... Esta etapa llena de dudas, conflictos, cambios, sensaciones y aprendizaje, mucho aprendizaje… Y para eso traemos una reflexión hecha acerca del Cap. 1, del libro “Adolescencia y Vida”, de Joanna de Ângelis, por Dilvaldo Franco, titulado “Adolescencia – Etapa de Transición y de Conflictos”.
El Espíritu encarnado empieza ya a enseñar su carácter, su condición evolutiva. Pero, al mismo tiempo, está totalmente sujeto a las condiciones ambientales, sociales y familiares que vive. No está totalmente seguro de sus acciones, pero sus actitudes pueden traerles consecuencias para toda la vida.
Le surgen nuevos desafíos, nuevos objetivos que cumplir, donde aprende a dejar de ser niño para tomar el rumbo de su propia vida. Sale de su zona de confort y empieza a observar y cuestionar el mundo a su alrededor. Al mismo tiempo que quiere ser independiente, tiene miedo de asumir responsabilidades.
Sobre esas sensaciones nos da su opinión Tomás Sánchez: “Personalmente mi reflexión es qué los adolescentes están en una etapa intermedia entre la niñez y ser un adulto, por lo cual tienen obligaciones de niños y quieren hacer cosas de adultos y algunas veces al revés, lo que hace que se quede en un plano intermedio en el cual no se les toma como adultos, pero se les exige más que a los niños. Esta etapa es muy importante porque es la que va a determinar el desarrollo de la persona hasta que se complete su madurez. Tampoco creo que los adolescentes estén tan desviados, creo que depende más de cómo sean criados, al igual que las influencias que tengan por parte de su entorno.”
Es muy importante la partición activa de la familia en esta fase tan decisiva para el Espíritu. Es importante recordar que la adolescencia de hoy no es la misma vivida en la década pasada. Las dificultades son parecidas, pero las formas de relacionarse cambiaron muchísimo. Hay que adaptarse a esa realidad dándoles mucho amor y brindándoles el conocimiento moral y la base necesarias para que este Espíritu en crecimiento sea una persona de bien. Pues como nos recuerda Joanna de Ângelis, “el ser humano es esencialmente el resultado de la EDUCACIÓN”.
Y el Espiritismo es la base sólida para ayudar en esta tarea. Pues nos enseña y nos explica el verdadero sentido de nuestra existencia. El Espiritismo da al joven las herramientas necesarias para afrontar su etapa evolutiva, comprendiendo que es un Espíritu inmortal, un ser espiritual que vive, ahora, una experiencia material.